Il Racconto


Pensar en Il Racconto d’un viaggio es imaginar el devenir que representan los años, a lo largo de emociones e ideas que han surgido en mi, sobre la vida misma.

La increíble posibilidad de especular sobre las cosas que transforman el mundo, siempre de manera diferente, delimitándolo, dándole forma, en esa onírica intención de reinventar, de re-correr el espacio por medio de las representaciones que conforman las palabras. Aprendiendo invariablemente de ellas, como se hace con la imagen de un volumen en la realidad.

Siempre he acometido la aventura de vivir, teniendo la frase Architecture as a way of life, como máxima, y hoy por hoy la he tratado de compilar en sus totalidad en éste cahier d’architecture.

Animado por mis padres y su incansable deseo por recorrer la trayectoria, que aunque corta, va dejando su vástago por la vida. Una existencia que ha sido andada con la más fiera de las pasiones y motivado por la maravilla de saberse bendecido por el arribo de mi primogénito. Quien es parteaguas existencial, antes y después en la vida, como el cogito ergo sum, que bosqueja el inicio de un aprendíz de arquitectura y el planteamiento de mil posibilidades manifiestas, algunas subjetivas y dibujadas desde ese presente que obliga a marcar una posición, y las otras las más aventuradas que nos llaman al futuro. Palabra que desde siempre ha sido atractiva para mi, emplazado a ella desde Babilonia hasta la nanotecnolgía aplicada a la arquitectura. Siempre ese infinito de posibilidades que representa el más condicional de los presentes.

La enorme actividad de compendiar implica una enorme tarea, sumar ideas y recuerdos, que exponencialmente se multiplican en memorias de vida; sumando términos, acepciones, pensamientos recurrentes y dividir la mezcla de colaboración conjunta por un mismo fin de diferentes entidades. En esa savia que es la operación algebráica más elemental.

Recuerdo la seducción que sobre mi ha ejercido desde siempre la arquitectura a la cual se sumaron las letras, comenzando en la infancia, como esa otra posibilidad de materializar, de contribuir a conformar lo otro. Entre dibujos de infancia, en mi memoria había una pregunta recurrente ¿qué es la arquitectura?, hoy después de 25 años de tenerla en la mente, subsiste, pero con mil caras, con cientos de respuestas, en donde expresar la propia es la mejor manera de sumar todas. Intentando definir sin pretensión alguna, eso que ha marcado el destino de quien escribe. La Arquitectura es pues “el proceso de intercambio de información entre el interior y el exterior, entre uno y otro elemento de la sociedad, proceso que se detiene en ideas, en palabras, en manifiestos, en volúmenes, en construcciones en obra negra, en obras nuevas y en aquellas que con el tiempo y solo con él se han transformado, como resultado de ese proceso diversificado en materiales, tecnologías y soluciones derivadas de la más maravillosa de las capacidades del ser humano, el imaginar, el juego de transformación derivado de crear” decir esto a la distancia de algunos años de construir con letras, plantea la conciencia de la brevedad de dos lustros en la existencia de un ser humano. Sin embargo, la idea de definir todo lo que nos rodea no es inherente a mi.

En este recuento yace desde sus cimientos el Bauen– Wohnen–Danken de Heidegger, hasta esa idea convulsa que Nietzsche inspiro en mi para la Muerte de la arquitectura, llegando al planteamiento del híbrido como forma de renacer en la Arquitectura por medio de la Nanotechture. Nombre nacido desde las más profundas ideas del pensamiento. Término que seguramente seguiremos moldeando y concibiendo hasta su materialización.

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